miércoles, 24 de septiembre de 2014

Ring of Fire

Cristina I
Era de noche, tenía diecinueve años y estaba sentada al rededor de una fogata con mis cinco amigos en un campamento que decidimos hacer entre nosotros, todos eran hombres y de la misma edad que yo, a excepción de Beto, el hermano de Alejandro, que tenía veintiséis años.
Hablábamos sobre el amor por más curioso que suene, ya que uno de nosotros, Jean, estaba confesando que estaba enamorado y los demás reaccionaban lástima, parecía que hubiesen perdido algo y el discurso que le daban era sacado de un funeral.
- Te voy a extrañar - Le decía Alejandro a Jean.
- ¿Por qué tan deprimidos? - Dije.
- Tú no sabes y nunca sabrás lo que es perder a un amigo por culpa del amor. - Seguía Alejandro.
- ¿Quién dice que lo perderán? La chica puede tener buenas intenciones.
- El problema no son las chicas, el problema somos nosotros, nos ponemos tan tontos que nos perdemos a nosotros mismos, como niños.
- Déjalo ser feliz por un momento en su vida, no creo que se arrepienta, después de todo siempre quedarán las lindas memorias - Dijo Beto,  siendo respetuoso.
- Beto tiene razón, - Dije. - Si viven siendo tan pesimistas nunca tendrán nada bueno en sus vidas.
- Cierto, además, yo he pasado por eso y el sentimiento que da es incomparable, no lo cambio por nada, cuando todo acabó me sentí muy triste, pero pronto me recuperé y volví a aprender a ser feliz sólo, pero si se me presenta la oportunidad de nuevo la tomaría ya que no tiene sentido no hacerlo sólo porque después te vas a sentir mal o vas a perder algo, sería como no bañarse porque después te vas a ensuciar. - Decía Beto queriendo parecer sabio. - Y no creo que ustedes abandonen a Jean sólo porque se ponga un poco loco, los verdaderos amigos siempre están antes, durante y después de cualquier tormenta.
- Ahora que lo pienso, creo que he estado varias veces a punto de enamorarme, pero no lo he dejado fluir por miedo. - Comenzó a decir Alejandro. - Pero no me siento mal por evitarlo, no quiero imaginarme los problemas que da.
- Lo sé. - Le respondió Beto. - Se notaba.
- ¿Cómo se sentirán las chicas cuando están enamoradas? - Preguntó Alejandro.
- Ah, todo lo contrario a nosotros, se vuelven locas, les encanta, para luego ser las más dramáticas cuando acaba. - Dijo otro de mis amigos, Gabriel.
- No deberías generalizar, Gabriel, eso está muy mal. Porque en todas las películas pongan a las mujeres iguales no significa que así sean todas, ¿Verdad, Cristina?
Nunca nadie me había impresionado tanto con palabras, pero siempre hay una primera vez para todo, y la primera vez fue cuando Beto dijo eso y pidió mi aprobación. Me impresionó tanto que hice un silencio de unos segundos, pero Beto siguió:
- Así como cada uno de nosotros es diferente, cada una de ellas también es diferente.
- Cristina ¿Cómo han sido tus experiencias con el amor? - Me preguntó Gabriel en tono de reto para tratar de demostrarle a Beto que todas eran iguales.
- Yo nunca me he enamorado, ni he experimentado nada parecido, no me cuestionen sobre eso porque no tengo mucho que aportar. - Respondí.
- ¿No te ha parecido interesante un chico, al menos? - Me preguntó Beto.
- Eso sí, pero nada como para confundirlo con amor.
- ¿Lo ven? Ella es justo igual que ustedes, le tiene miedo al amor y lo evita, así que no generalicen. - Dijo Beto.
De repente, todo el encanto que le había comenzado a tener a Beto se fue abajo.
- Beto, está muy bien que les digas que no generalicen, pero acabas de hacer lo que les dices que no hagan, que es asumir. - Le dije.
- Soy lo suficiente viejo como para conocer como es la mente de una chica cuando dice cosas así, he conocido varias como para poder saber qué tipo de personas son con tan sólo hablar una noche con ellas. - Me respondió.
- Ser viejo y un don Juan no te hace sabio, todavía tienes mucho que aprender, no te dejarás de sorprender. - Le dije últimamente levantándome del piso a buscar otra cerveza como excusa para luego sentarme lejos de él.
- Ah, con que eres de las duras, no pensaba que podían haber de ese tipo a tan temprana edad, y menos sin haber pasado por experiencias amorosas.
Ya me hervía la sangre, así que me limité a decirle:
- Como te dije, nunca te dejarás de sorprender.
Y me senté al lado de Jean esperando que Beto no volviera a abrir la boca.
- Si la sorpresa viene de ti, me gustará. - Me respondió.
Torcí los ojos y me di cuenta del silencio tan incómodo que Beto y yo habíamos causado.
- Cuéntanos de la chica, Jean, no creo que yo sea la única a quién le interesa. - Me apuré a preguntarle.
- Bueno, es de mi estatura...
- ¿¡De tu estatura!? - Preguntó Gabriel, casi gritando. - ¡Asco! ¿No sabes lo horribles que son las mujeres con estatura de hombre?
- No, Gabriel, no sé ni me interesa.
- ¡Según dicen siempre son las más groseras y las que le pegan a los hombres!
- Tú tampoco has estado con una mujer, ¿verdad, Gabriel? - Aquí vamos de nuevo, la voz de Beto se hacía cada vez mas irritante.
- No, pero...
- Suficiente. - Interrumpió Javier, quien parecía ser el más serio y responsable de todos. - Ya es muy tarde y ya estamos cayendo en discusiones, mañana tenemos que levantarnos temprano si queremos disfrutar del día.
- Sí, tienes razón, ya las tiendas están montadas. - Dijo Jean.
- Bien, son tres tiendas, serán dos personas por tienda. - Decía alejandro - Deberíamos dividirnos en Gabriel y Jean, Javier y Cristina, ya que ella tiene que estar con alguien que la cuide en cualquier caso y él es bastante ordenado y Beto y yo porque ya estoy acostumbrado a sus ronquidos.
- Me opongo a ese alineamiento. - Empezó Beto. - Si algo viene y nos ataca de nada le va a servir a Cristina la organización de Javier, ella necesita alguien rápido y con fuerza, yo debería dormir con ella.
- Bu...
- ¡No! - Grité interrumpiendo a Alejandro. - ¿Acaso no puedo dormir sola y me cuidan desde otra tienda? Eso de tener a alguien al lado mientras duermo no me agrada para nada.
- Si algo pasa te arrepentirás, déjame estar contigo, así no tengo que oír los ronquidos de los demás. - Decía Beto.
- Vete con ella, entonces Javier dormirá conmigo.
Todo lo que pasaba por mi mente eran todas las groserías que me sabía. 
Caminé hacía la tienda con pasos de rabia mientras los demás terminaban de hacer acuerdos, me cambié rápido antes de que Beto entrara, me acosté en el colchón que había en el piso y me arropé con la sabana que había traído conmigo. Todo era tan calmado que me relaje bastante hasta que escuché a Beto entrar en la tienda, escuchaba como se desvestía lo cual me tensaba, pero me tensó más aun cuando se acostó a mi lado, me di cuenta de que había un solo colchón y una sola sabana.
- ¿No te parece indecente estar casi en pelotas en frente de una chica? ¿No te parece indecente hasta contigo mismo estar así cuando hace esta clase de frío? - Pregunté.
- Me parece más indecente fingir ser alguien que no soy.
Lo ignoré, me salí del colchón a esperar que se durmiera, cuando por fin dejo de moverse me salí de la tienda, caminé por el bosque un rato buscando un lugar que me agradara. Cuando vi que el cielo era lo suficiente azul, la luna se reflejaba en el suelo y los arboles que me rodeaban tenían la esencia que buscaba, me arrodille.

Beto quería estar conmigo para protegerme, dicen que alguien fuerte debería estar conmigo para protegerme... Entiendo que subestimen mi fortaleza, pero si me vieran todas las noches, no podrían dudar.
Meditar siempre se me ha hecho fácil, la concentración la puedo controlar justo como controlo mi respiración, pero no es por razones pacificas por lo que lo hago, ya que sino lo hago, me deshago.

La rabia siempre ha tenido un poder extraño sobre mi, mi piel se calienta en cuestión de segundos al mismo tiempo que mis ojos empiezan a llorar y mis dientes rechinan pero lo que pasa por mi mente es lo más divertido. Nunca pensé que podría ser tan buena planeando como sacarle los ojos alguien, o como cortarlo perfectamente a la mitad. Claro estaba que meditaba para borrarme estos pensamientos, pero habían veces que lo que hacía era pulirlos... Pero eso no pasaría esa noche, así me dije a mi misma, por mucho que Beto sea insoportable, es el hermano de un buen amigo, tengo que controlarme, también me decía. Pero mi voz no era la única que estaba en mi cabeza...




Beto
Al despertarme, hacía un olor muy fuerte a hierro y al ver que el cielo todavía era oscuro me imaginaba lo peor. Me volteé y Cristina no estaba allí, me empezaba a asustar aun más. Me levanté del colchón pero un dolor punzante en mi pie me lo hacía difícil, así que me senté en el borde del colchón a ver qué era. Tenía una cortada tan profunda en la planta de mi pie, que al secar la sangre se podía ver la grasa en él. Después de pensar un rato no quise darle más vueltas, pensaba que cosas así podrían pasar en un bosque, traté de convencerme de que era algo normal en un sitio como ese, no quise pensar en sus mitos y cuentos de miedo, sólo pensé en sus animales y el sucio que contiene su suelo. Pero... ¿Dónde estaba Cristina? Había prometido protegerla y ahora la situación se me estaba yendo de las manos, en un momento así, de verdad que sí era necesario el ingenio de Javier. Pensaba si debía salir a buscarla, la imaginaba muerta y pensaba que ya con uno menos tenían suficiente. Pensaba que podría ser un sueño así que debía volver a dormir y esperar hasta el nuevo despertar. Supongo que todo esto me pasó por haberme metido con ella, por haberla fastidiado a esa pobre niña, es una mala maña, o quizás fetiche, que tengo cuando alguien me agrada, primero que todo quiero verlos molestos y principalmente me pasa por ser un mentiroso y un cerdo, la razón por la que quería dormir con ella no era para protegerla. Creo que con ella no debí ser así, y ahora estaba pagando todo el karma. No quería imaginar que ella estuviese tomando las cosas demasiado en serio, no quería saber como se pondría ya que por muchos de sus reflejos pude ver que es alguien con muchos tipos de 'cida' en su personalidad, por ejemplo: "homicida" y "suicida", pero no queria pensar en eso antes de tiempo. 
Despues de un largo rato pensando mientras presionaba mi camisa contra mi pie para secar la sangre, me vestí, me puse unas medias, dos en el pie roto, calcé mis zapatos y salí al bosque, ya que al final tenía que cumplir con mi palabra. No quería admitirlo pero estaba aterrorizado, creía que el posible animal que me cortó el pie podría salir en cualquier momento y no estaba en el mejor estado para escapar, caminando como un viejo cojo. En la primera vuelta que le di al bosque no pude conseguir nada ni a nadie, así que fui hasta las tiendas de nuevo y tomé mi linterna, así sería más fácil conseguir algún rastro de Cristina y para asegurarme de que tendría que volver a caminar por el bosque, revisé tienda por tienda y ninguna tenía alguien de más, todas tenían sólo dos personas y todos eran hombres. Me preparé para la segunda vuelta. Al salir al bosque pensé en lo estúpido que fui al irme sin linterna la primera vez, todo estaba claro pero asustaba más, la luz podría atraer cualquier animal, pero lo más frustrante no eran los animales, era no conseguir nada y sentirse cada vez más lejos de lograrlo. Como era de esperarse, cuando más necesitaba la linterna, la batería empezaba a acabarse, su luz titilaba y se opacaba y yo, como un pendejo, tratando de correr con pasos largos estando cojo... ¿Para llegar a dónde? No lo sé, sólo quería conseguir a Cristina pero no sabía dónde.
Cuando la luz por fin se apagó, y me dejó de irritar la vista con su estúpido titileo, comenzaba a querer rendirme. Entre mi búsqueda conseguí gotas de sangre en el suelo. ¿Podría ser un rastro de Cristina? No lo quería creer, pero al menos era algo, así que comencé a seguirlo pero noté que el rastro era un círculo... Me obstiné, me senté en una piedra, estaba tan confundido y aturdido al mismo tiempo, los amigos de mi hermano me matarían y si no lo hacen lo haría yo mismo.
Una mano fría se posó sobre mi hombro pero de inmediato la arrebaté del susto que me había dado.
- ¿¡Beto!?
Voltee y era Cristina, era su mano, ahí estaba frente a mis ojos la razón de mi sacrificio...
- ¿¡Qué haces aquí!? ¿Estás loca? ¿Cómo vas a salir de la tienda sola? ¡Mira lo que me pasó estando dormido y tranquilo en la tienda! - Me quité las medias y le mostré a Cristina mi pie aun ensangrentado - ¿Te parece suficiente? No querrás saber lo que te puede pasar aquí afuera.
- Beto, camino dormida, es algo que siempre me ha pasado, acabo de despertar... No sé bien el camino hacia las tiendas, me alegra que estés aquí.
- Con que era eso... Necesitaré planear algo para que no vuelva a suceder...
- De verdad te importo y sí me cuidaste, quién lo diría, gracias, Beto. Vamos a dormir ahora que aun tengo mucho sueño.
- Vamos...
No entendía que le pasaba a Crisrtina, en su estado normal parecería que aun estaríamos discutiendo por todo lo que le dije sobre salirse de la tienda pero no, no fue así... Aun y cuando no la conozco bien, ya puedo decir que es extraño verla comportarse así. Esta niña tenía razón, nunca dejaré de sorprenderme, es una niña idiota, me hizo recorrer todo el bosque cojo y sólo me dice gracias, pero esta niña idiota tenía razón.
Caminamos hasta llegar a las tiendas y una vez dentro de la nuestra, estaba preparando el colchón para que Cristina no se saliera. Le puse las sabanas debajo del colchón y así se mantienen por la presión entre el piso y él. Sería difícil salir de allí soñando, tendrías que despertarte y así ella se controlaría de no salir de la tienda.
- Acuéstate. - Le dije.
- Tienes que desinfectar esa herida ¿Quién te la hizo?
No estaba de humor para volver a explotar mi mente con ese misterio...
- Mañana lo hago, mañana te explico bien, ahora acuestate.
Y se acostó sin cuestionarme, otra cosa muy extraña, no estaba seguro de si estaba totalmente despierta entonces la pellizqué en varios lados y ella se reía. Decidí hacer algo mejor, preguntarle sobre su vida y todo lo contestaba bien, lo cuál indicaba que no, no estaba dormida.
Me acosté a su lado, le pedí que no se quejara y la abracé, así si se intentaba levantar del colchón, yo podría sentirlo.
Extrañamente, Cristina no me dirigió ninguna palabra, traté de ignorar el hecho de que eso era extraño y así nos quedamos dormidos, yo tratando de que ella no escapara y ella, bueno, serena.

Aun medio dormido sentí un empujón muy brusco.
- ¿¡Cómo se te ocurre agarrarme así!? - Era Cristina, gritándome, que al parecer, volvía a su estado natural.
- Sh, no grites, los demás pueden mal pensar y no creo que sea eso lo que quieres.
- Ya, no me toques - Dijo susurrando.
- Eres muy extraña... Anoche estabas demasiado tranquila. ¿Me puedes decir qué te pasó?
- ¿¡Anoche!? ¿Cómo que anoche?
- Anoche, cuando saliste de la tienda... ¡Tú misma me dijiste que caminabas dormida y te acababas de despertar!
- Ay, Beto, creo que te estás volviendo loco, yo no salí de la tienda en ningún momento, no dormí hasta que salió el sol por lo incómoda que estaba contigo a mi lado pero luego no pude aguantar más el sueño.
- ¿¡Ni siquiera te acuerdas de mi cortada!? Mira... - Levanté mi pie, aun sangrando - ... ¿Ni siquiera te acuerdas de cuando me diste las gracias? Estabas actuando tan extrañamente tranquila, me dejaste pellizcarte, respondías a todas mis preguntas sin alterarte, te preocupaste por mi herida y querías que me la desinfectara, me dejaste abrazarte...
- Beto, creo que tuviste un sueño mojado.
- ¡NO! No se trata de eso... Te habías salido de la tienda y yo había ido a buscarte con una cortada en el pie... Pero no se sintió como un sueño, se sintió real... Creo que será mejor dejar de pensar en esto. - Ya me daba miedo estar dentro de mi propia mente.
-  Yo también creo que es lo mejor, no me cuentes más que me repugna.

Cristina II
La verdad no me incomodaba tanto que Beto me abrazara y tampoco me repugnaba lo que me estaba contando, pero él necesitaba aprender un poco sobre como me había tratado.

Él no merecía que le sacaran los ojos y también sería innecesario cortarlo por la mitad. Beto no estaba confundido del todo. Así como él planeaba jugar con mi mente, yo jugué con la suya.

Mientras dormía, sí salí de la tienda, mi rabia me llevó a cortarle el pie con un pedazo de la madera de un árbol que arranqué, corrí mientras él se despertaba y la madera comenzó a gotear su sangre cuando ya estaba lejos de las tiendas. Hice un circulo con eso, pensé que lo podría confundir más y finalmente me comporté como el quisiera que me comportara.
Al despertar negué todo, de verdad que fue un plan maestro, es divertido ver como un hombre al que llamarían adulto casi se pone a llorar.
- Entonces... ¿No vas a desinfectar la herida? - Pensé que ya había sido suficiente, quedó como quedaría yo si hubiese caído en su juego. 
- Debería.
- Si quieres te ayudo, he sido muy grosera.
- Gracias, si quieres...
Limpie el pie mugriento con alcohol y a él parecía no dolerle. 
- Gracias. - Me decía. - Le tienes compasión a un loco, qué amable. 
Seguí con mi trabajo y le seguí vendando el pie.
- Fue un mal sueño. - Le dije.
- ¿Sabes? Pensaba que podrías asesinarme en cualquier momento pero ahora ha cambiado mi perspectiva de ti.
Por dentro me reía muy fuerte, cambió la perspectiva correcta de mi por otra completamente opuesta, no estaba segura de si se había hecho más estúpido de lo que era o si aun estaba tratando de ganarme.
No le respondí, no era necesario, él creerá por toda su vida con mucha certeza que está loco gracias a mi y con eso me bastaba.
- Ah mira, - Dije. - aquí hay un vídrio roto, parece de una botella de cerveza, pueden ser las de ayer, estoy segura de que pisaste esto mientras dormías y te cortaste, es muy posible porque eres tan alto que tus pies se salen del colchón.
- Tienes razón... Además de loco soy un paranoico.
Milagrosamente había conseguido la perfecta excusa, no sabía que contaba con tanto ingenio. 
Los demás chicos salieron de sus tiendas y nosotros también lo hicimos, desayunábamos y conversábamos.
- ¿Saben de qué me di cuenta? - Dijo Beto.
- ¿De qué? - Le preguntó Jean.
- El amor también te puede volver loco
Sonreí sin pensarlo, no lo podía evitar.
Beto loco y enamorado y yo... También. 
  


lunes, 15 de septiembre de 2014

Montaña Rusa

Era una mujer que no tenía nada de importante, se consideraba a si misma así, no había logrado nada que haya cambiado el mundo ni que haya inspirado a miles.
Ella, insegura, un día de tristezas, se cansó de si misma y se quiso tomar un descanso. Tomó un dinero que tenía ahorrado y se fue al parque de diversiones que estaba a unas cuadras de su casa.
Al llegar vio como todas las atracciones tenían un guía explicando los juegos y contando historias interesantes, se veía gracioso para ella, como si una montaña rusa fuera a ser tan curiosa como La última cena.
Por fin decidió montarse en la montaña rusa más alta, quería sacudirse de ella misma y olvidar toda su vida con mareos.
Cuando lo hizo, el guía de la atracción interrumpía cada vez más sus pensamientos y no pudo hacer más que rendirse y escuchar lo que estaba diciendo.
Decía que la atracción era la más popular del parque, que por alguna razón llamaba la atención de la gente más feliz y la gente más triste, pero lo que la hacía más famosa era un antigüo mito: las mujeres importantes que se han montado allí, han desaparecido sin sentido.
Un señor que estaba en uno de los primeros puestos pidio un ejemplo, y el guía le ha dicho que una de ellas había sido Frida Kahlo. 
Ella se empezó a reir tanto que todos voltearon a mirarla, ella respondió con sarcasmo, claro que Frida Kahlo iría a una montaña rusa, ya todos sabemos como murió, a ella le parecía de lo más ridículo.
Pero con lo que no se esperaba era lo que venía después. Al finalizar el recorrido de la montaña rusa, ella ya no estaba allí, sus ojos pasaron de ver un parque de diversiones a ver una habitacion con grandes ventanas desde una cama.
Sin embargo, todavía había gente en el parque de diversiones, estaban impresionados, la mujer que estaba allí, tan burlona, había desaparecido frente a sus ojos y como era de esperar, el murmullo no era normal.
El guía pedía silencio, al parecer el conocía la situación.
Preguntaba a los pasajeros si no se habían dado cuenta de que ella era la única mujer en el viaje.
Decía que la experiencia en la montañana rusa estaba diseñada para las mujeres importantes como había dicho antes, pero más específicamente, para hacerle saber todas que son importantes e inspirarlas a hacer grandes cosas.
La mujer que había desaparecido creyó que había despertado de un sueño, pero como lo esperaría el propósito de la montañana, logró no tener barreras.

jueves, 21 de agosto de 2014

Transparencia.

Llegar a los extremos y estar consciente de ello es más aterrorizante de lo que pensaba, principalmente porque llego a ellos voluntariamente y así escojo la tortura con la esperanza de que a través de ella pueda ver las estrellas, que según dicen, te hacen feliz y lo más importante, te hacen sentir que mereces un mérito, como si hubieses logrado una meta que significa tu vida... Y a mi me gustaría sentir eso.
Desde el momento en el que no podía dormir porque mi estomago suplicaba del hambre hasta el momento en el que no le tuve más misericordia y me parecía repugnante el olor a comida.
Es fácil enamorarse cuando los huesos se ven a través de la piel, pero mientras esperas a que ese hermoso destino llegue a ti, no eres más que una piedra asexuada.
Una piedra que vive con el horror de saborear algo. Incluso la palabra sabor causa pánico. 
Pero... El gran pero, el esperado, mi gran amigo, el "pero". Pues sí, pero... 
Mi corazón late más rápido desde que esto empezó, mis ojos, cada vez más grandes, no puedo dejar de admirar la belleza de poder reflejarme en mis ojos al ver al espejo sin tener que acercarme.
Al conocer a una persona, experimento por primera vez ver su físico de último. Es increíble lo rápido que me inmerso en sus pupilas y en cuestión de segundos puedo conocerlos más que antes, que me tardaba cuatro meses en saber un pequeño detalle, siento y veo todo lo que está al rededor de ellos, conozco los colores del alma de quienes pasan en frente de mi.
Siento que me desvanezco, me siento tan transparente que ya he olvidado todos los placeres terrenales... Comer, que me daría asco, dormir, ya que no necesito soñar cuando soy capaz de percibir tantas cosas que aterrarían a cualquiera... Como dije antes: "Una piedra asexuada".

Me gustaría correr a abrazarte, pero sé que te atravesaría...

... Tomaré otro camino.


miércoles, 20 de agosto de 2014

Nonferno.

Así como todos los días es común levantarse de una cama, así como lo primero que haces en el día es abrir los ojos, y todo lo que ves al rededor de ti es un sitio ya conocido, así no es como desperté aquel día.
Muy temprano en la mañana estaba despertando de mi pesadilla terrible y medio consciente me alegraba mientras todo se oscurecía porque sabía que era hora de abrir los ojos y dejar el miedo a un lado pero con lo que no contaba era con la circunstancia desconocida que me esperaba. Desconocida para todas las reglas de lo que es normal en el planeta tierra y en esta dimensión, una circunstancia que sólo una deidad sería capáz de realizar. 
Justo al abrir los ojos vi mi habitación, tenía los mismos colores de siempre y ese ambiente familiar pero un segundo antes de lograr estar satisfecho, sentí como mi cama se hundía en el centro y yo me hundía con ella hasta traspasarla y caer en otra cama la cual estaba en un lugar igual a mi cuarto. 
Caí de mi cuarto a otro cuarto igual al mío, nada decía que no era mío, era exactamente igual, los mismos colores e igualmente distribuido, pero el ambiente no era igual, no era el ambiente familiar al que estoy acostumbrado. 
"Con que así es que se siente cuando estas consciente en sueño y de repente despiertas." pensé, ya que era muy inocente aun para pensar que se podía tratar de algo más. Me levanté de la cama que amortiguó mi caida y caminé hasta una pared apoyandome en ella, la cual no era sólida, me levanté antes de caerme otra vez y empecé a temblar, estaba descalzó y el piso era de piedra, frío, poco a poco se desvanecía la imagen de mi habitación y todo mi alrededor era negro, excepto el piso. Caminé poco a poco, viendo hacia abajo.
- ¿Por qué cabizbajo? - Escuché a alguien decir mientras veía un craneo humano con cuernos de carnero desaparecer entre las sombras.
Corrí, corrí y seguí corríendo, hasta que el piso de piedra se acabó y caí en el vacío.
Abrí los ojos y estaba de nuevo acostado en mi cama, en mi habitación, con el ambiente familiar que he mencionado previamente, como si nada hubiese pasado.
- Qué mal sueño - pensé, - Dos pesadillas seguidas.
Me levanté de la cama y fui a la cocina, todo parecía muy normal hasta que vi a un niño de aproximadamente tres años, lo cual es curioso porque vivo sólo...
El niño grito y me asusté más de lo que ya estaba.
- ¿Quién eres? - Le pregunté con esperanza de que ya supiera hablar
- Sanagos - Chillaba mientras empezaba a llorar
- ¿Qué? ¿Cuántos años tienes?
-  Sanagos.
- ¿Quién te dejo aquí?
- ¡SANAGOS, SANAGOS, SANAGOS, SANAGOS!
La cara del niño se desfiguró y se transformó en algo parecido a un troll hecho de líquido azul espeso. Retrocedí unos pasos y él corrió y se tiró de mi ventana. Corrí a revisar que había pasado con él, pero en la calle no estaba, estaba escalando las paredes de mi edificio de nuevo hasta llegar a mi apartamento otra vez y entró por la misma ventana por la que se había tirado. 
- Sanagos me llamó, confía en esto. - Dijo ese monstruo.
Tomó mi muñeca y la presionó hasta que sentí que la había fracturado y al soltarla tenia un pequeño "VI" marcado en ella. 
- ¿¡Quién eres y qué quieres de mi!? - Le grité.
El troll de agua desapareció y otra vez vi la borrosa sombra de un craneo con cuernos de carnero.
- No trates así a tus superiores. - Escuché, y el craneo desapareció.
Corrí a mi habitación y me encerré allí sin poder mover ni un pelo. 
Me revisaba la muñeca a cada segundo ¿Qué se suponía que era esa marca? Al día siguiente tenía que trabajar ¿Cómo iba a ocultarla?.
Simplemente tomé asiento en mi cama y puse mi cabeza entre mis rodillas sin saber qué hacer, sin saber si me estaba volviendo loco.
- Tienes una misión en la otra dimensión - Escuché de repente. 
El craneo con cuernos volvió a aparecer, pero esta vez, en vez de desaparecer, su cara se iba completando poco a poco, rodeandose de piel gris y sus ojos eran suficiente femeninos como para decir que era una mujer, aunque no tan humanos, siendo su globo ocular negro y su iris totalmente blanco, sin pupilas. Su cabellera blanca y lisa iba creciendo hasta llegarle a las caderas y por fin veía su cuerpo, cubierto con una especie de manta blanca.
Temblando, me atreví a preguntarle algo a ese espectro. 
- ¿Cómo llego a la otra dimensión? ¿Qué se supone que tengo que hacer allí? 
- El olvidar hace de las personas más inocentes. Hiciste algo que tienes que reponer, si no recuerdas, lástima, te impresionarás mucho cuando lo veas en la otra dimensión. Sólo te dire que no hay sólo dos dimensiones, hay millones, y tu tienes que llegar a sólo una de ellas, sabrás que es la dimensión correcta porque se abrirá con la marca que te hizo Sanagos. Como ahora eres un indefenso, te facilité a Sanagos para que te guiara un poco por tu viaje de las dimensiones, ya que si no completas la misión, se perdera la dimensión y el mundo ya no tendría sentido. 

¿Qué pasaba? ¿Qué hice? ¿De verdad no me acuerdo de algo terrible? ¿Cómo se suponia que yo debía de hacer algo sobrenatural si soy un simple y pobre hombre? 
- ¿Cuándo empiezo a hacerlo? - Me rendí ante ella, porque me di cuenta de que cuando termine la misión sería la única manera de que mi mente esté en paz, conociendo todo lo que pasa a mi alrededor y sin sentir que estoy loco. 
- Ya. - Me dijo ella - Por cierto, mi nombre es Arcana y si me quieres invocar, une tus manos y di "Aries apparet".

Arcana desapareció agresivamente ante mis ojos y de repente Sanagos se encontraba allí.
- ¿Cómo se supone que viaje entre las dimensiones? - Le pregunté, abandonando un poco el miedo.
- Necesitas un objeto, ya sabrás cual es porque ya viajaste por el una vez.
- ¿Mi cama?
- Sí, yo la convertí en el transporte por las dimensiones, cuando pasaste de tu cama a la otra pasaste a la segunda dimensión y Arcana hizo que pasaras a la tercera a través de tus paredes, como bien debes recordar. Arcana te ha estado facilitando mucho las cosas a mi parecer, así que sigamoslo haciendo como se debe y así aprenderás.
- Muy bien... ¿Sólo tengo que acostarme y esperar a que esto se hunda?
- Ja, ja, ja, qué gracioso eres, Cavriel.
"¿Cavriel?" Pensé. "Bueno, me asusta refutarle, además, el sabrá por qué me está llamando así.
- Además de acostarte, tienes que creerte transparente. - Continuó Sanagos. - Lo suficiente como para traspasar tu cama. 
- ¿Creerme transparente?
- Sí, creer en la posibilidad de lo imposible lo hace posible, mi querido Cavriel.
Quizás tendría razón ese tal Sanagos, me acosté, y pensaba en mi cuerpo volviendose agua, concentrarme en eso hacía que me sintiera maravillosamente bien, hasta que sentí que de verdad me estaba volviendo agua. 
- Bien, bien, bien - Escuché a Sanagos decir. - ¡Ahora piensa que la cama te absorbe! 
Y así fue, pensé como el agua pasaba a través de la cama y se derramaba por debajo de ella, y así fue como caí en otra cama y otro cuarto igual al mío.
- ¡Muy bien, Cavriel, muy bien! No pensaba que fueses a ser tan rápido volviendo a aprender.
"Volviendo a aprender". No sabía si ignorar eso o simplemente guardarlo en mi memoria y no prestarle atención hasta que sea necesario.
- ¿Ya estamos en la cuarta dimensión? - Pregunté, ignorando totalmente lo que había dicho.
- Sí, a partir de aquí hay que buscar la puerta a la sexta, que se abrirá con la marca que te di. 
- ¿Se puede pasar de la cuarta dimensión a la sexta? 
- La idea es no llegar a la quinta, la quinta no tiene entrada para la sexta.
- ¿Por qué?
Sanagos carcajeó, no paraba de reír y me intimidaba más de lo que debía.
- Cuando lleguemos a la sexta te darás cuenta.
- De todas maneras si llegamos a la quinta podemos volver a la cuarta y volverlo a intentar... 
- ¡NO! Se necesita demasiado poder para ir hacia atrás, incluso a Arcana se le hace difícil, además, es como una especie de laberinto mientras encuentras las puertas, es un bucle sin fin. Ni se te ocurra decir eso de nuevo.
- Bien, comencemos a buscar la puerta de la sexta entonces.
- Estás regresando, Cavriel, ji ji ji.

Ignorandolo, salimos de mi apartamento, subimos en mi auto pero no tenía idea de a dónde debía ir.
- ¿A dónde voy? - Le pregunté a Sanagos.
- Esa es la idea, que tú mismo encuentres a dónde debes ir, piensa a que lugares vas muy a menudo. 
- Entonces vamos a mi trabajo primero. 
Conducí hasta llegar al edificio donde se encontraba mi oficina, estaba totalmente vacio, como la ciudad entera. Llegue a mi oficina y me concentre en un objeto, decidí que sería el monitor de mi computadora.
- ¿Cómo uso la marca que me diste? - Le pregunté a Sanagos.
- Buena pregunta, no tienes que hacer nada, si es la puerta correcta, te quemará el brazo.
- ¿QUÉ?
- ¿Qué te dijo Arcana sobre la falta de respeto?
- ...
Puse mis manos sobre el monitor, concentrandome lo más que podia, sentía como hundía, pero no sentía nada quemandome. A lo lejos podía escuchar la voz de Sanagos.
- ¡Detente! ¡Detente!
Pero ya era muy tarde, no sabía como devolverme o detener esa acción.
En vez de caer en otra oficina igual a la mía, volví a caer en esa infinidad negra con piso de piedra. Por primera vez pude sentir la esencia de la molestia detrás de mi. Efectivamente, voltee y Sanagos estaba detrás  de mi, hirviendo de la rabia. 
- ¡Te lo advertí! - Me gritó.
Pero extrañamente, seguí caminando, sin tomarle importancia a sus gritos, ni a que me pudiese hacer algo. Su voz se iba alejando. Mi cuerpo ya no se sentía controlado por una energía humana, se sentía algo más que yo. Seguía caminando sin importarme nada. Podía sentir la fuerte escencia saliendo de mi, sentía calor, mucho calor, y sentía la fuerza que iba adquiriendo cada vez que daba un paso. 
Al final del piso de piedra sentí una inmensa rabia al mirar hacia el vacío, no sabía por qué era, pero estaba de verdad molesto y grité lo más fuerte que pude, tanto, que podía sentir como las ondas de mi voz hacían que el piso temblara.
Me tiré hacia al vacío, Sanagos se tiro conmigo, lo podía sentir, sentía toda la energía al rededor de mi.
Caímos en un lugar donde estaba nevando, y había un río congelado, pensé que sería perfecto para el transporte así que fui hacia él.
- Cavriel, cuidado, transportarse por aquí puede ser peligroso, no es tan fácil como en las demás dimensiones. - Dijo Sanagos.
Cavriel, por primera vez en el viaje sentía familiaridad con ese nombre. 
Hice como si no hubiese escuchado a Sanagos y puse mis manos sobre el río, esperando a que estuviera frío pero el gran calor de mis manos hizo que se derritiera de una vez y pude ver mi reflejo.
¿Qué me había pasado? Estaba igual que Arcana, ojos negros con iris blanco, cabello blanco y largo y piel gris, mis musculos estaban demasiado pronunciados... ¿Qué paso?
Me aparté del río de inmediato, espantado. 
- Cavriel, este eres tú, el real tú, mirate una vez más, ya suficientes personas te tienen miedo como para que te tengas miedo a ti mismo.
Me miré una vez más, no entendía nada, sólo quería llegar a la sexta dimensión rápido para saber que pasaba.
Me tiré al río y empecé a flotar, concentrandome en hacer el transporte.
- Cuidado, Cavriel, es casi imposible desde la quinta dimensión, podrías...
- ¡NO ME SUBESTIMES! - Le grité a Sanagos, extrañandome de que Arcana no se haya aparecido a sermoniarme.
Sentía como el río de iba calentando hasta hervir, veía fuego alrededor de mi, la marca del ''VI'' había desaparecido de mi muñeca.
- ¿Con que era difícil? Pues para mi ya nada lo es. - Le dije a Sanagos enfrentandolo.
Me desvanecía entre las llamas hasta que todo volvía a ser completamente oscuro, cerré los ojos y al abrirlos, vi una ciudad llena de nieve, increíblemente fría, tan fría que podía sentir fresco en mi piel gris tan caliente. 
Mi piel era caliente pero mi corazón era frío, casi moldeado con el piso de piedra que se encuentra entre el vacío de las dimensiones, pero ahora que estabamos en la sexta dimensión hubo sólo una cosa que lo pudo derretir, personas vivas que parecían cadaveres.
Entre las pilas de nieve se podían ver personas desnudas y esqueleticas, millones de ellas, gimiendo y pidiendo por ayuda, arrastrandose, sin poderse levantar, su piel era casi azul, sus ojeras y pomulos marcados atravesaban la profundidad de sus caras, sus chillidos herían mis oídos, la nieve tenía manchas de sangre, se estaban comiendo a si mismos, ojos completamente negros. ¿Qué ha pasado aquí?

- Finalmente has llegado aquí, la puerta hacía la sexta dimensión estaba bloqueada, hace mucho tiempo tú los abandonaste y eso produjo que los demonios fueran capaces de bloquear su puerta, lo que asfixia a los humanos y los hace enloquecer por falta de aire en su cerebro. - Me explicaba Sanagos.
- ¿Quién soy yo para ellos?
- Su dios. Ya has desbloqueado la puerta, ahora tienes que arreglar este desastre.

Un dios, con que eso era, con que el nombre de Cavriel es mi nombre y es el nombre de un dios. ¿Acaso los dioses no tienen que esperar a que sus creyentes le hagan una oración? Pero ellos estaban pidiendo ayuda y además morían lentamente que quizás era una tortura que no merecían, eso me era suficiente... Y de repente, me acordé de algo:

- En el nombre de esta tierra que a mi, Cavriel, me corresponde proteger, los limpio de todo mal que sea capaz de cruzar su camino, su sangre siempre será sagrada, su alimento nunca faltará y sentirán amor unos por otros e intercambiarán sonrisas en vez de carne.

Era lo que decía cada vez que andaba algo mal, lo recordaba muy bien, podía ver como era efectivo, los esqueletos andantes empezaban a levantarse.
Me senté a verlos mientras estaba completamente quieto por una semana. Se recuperaron de lo que habían pasado por siglos, según me contó Sanagos, en una semana. Su color había vuelto a su piel y a sus ojos, se podía ver como se cuidaban y disfrutaban de una buena comida y recuerdos fugaces iban regresando. Mi trabajo aquí estaba hecho, pensé, y me levanté del piso donde había estado sentado observando, hasta que Arcana se apareció frente a mi.
- Muy bien hecho, Cavriel, por fin volviste a tu mundo y a tu estado natural, te debes sentir aliviado. - Dijo Arcana mientras me hacía una reverencia.
Empezaron a llegar recuerdos lúcidos de lo que había sido esa dimensión, de su creación, de mis ideales, ahora si quería quedarme allí, para seguir creando y protegiendo, no sirve de nada tener tanto poder y gastarlo todo en una oficina, ya todo era claro para mi, ya conocía todo lo que pasaba, mi mundo volvío a ser tan cálido como yo, y mis personas igualmente, jamás las volveré a descuidar, sentía que tenia mucho que agradecerle a alguien, así que hice una gran reverencia y dije:

- Gracias por salvarme y hacerme salvarlos, Arcana, Diosa de los dioses. 

miércoles, 2 de abril de 2014

Cosas que piensas III

La música es música y de igual manera mis ojos son lo que refleja mi alma, mis gestos mis pensamientos y mi palabra el cólico de mi corazón. 
No se podría separar una hoja de ella misma sin romperla y de igual manera tendrás que desprenderte de tus costumbres.
No es lo mismo una lagrima salada por un amor caprichoso e imaginativo que una lagrima agria por entender que tu vida no es lo que siempre has creído.
Si caminas con seguridad al lado de alguien y con tropiezos cuando estás sólo hay algo mal y ese algo se encuentra en ti.
Mirarte en el espejo, abrir tu cuerpo en la mitad y descubrir la basura y el desperdicio que tienes por dentro será doloroso y sentirás que te clavan puas en las palmas de tus manos pero a lo que no haya más basura encontrarás varios tesoros que serviran para la vida sin una realidad generica, serviran para las estrellas de tu mente y para lo que saboreas del mundo que con tus ojos ves.
Quisiera saber muchas cosas, quisiera conocer muchas almas, pisar muchas tierras pero de lo que estoy más segura es de que nunca sabré cuál es la realidad de la persona frente a mi.
Cabe destacar que me podría repugnar la idea de otro y me sentiría tan humana que me daría asco.
Siento la esencia de las personas con las que sostengo relaciones y no me llevo bien porque su realidad sea parecida a la mia, sino porque me parecen interesantes y en mi mente son totalmente complacientes y bienvenidas. 
Por más horas que pase mirando la ventana nunca sabré cómo es la calle hasta que salga de la casa a caminar por las aceras de la ciudad y me cohibiría al diferenciar cómo aparenta ser a cómo en realidad (en mi realidad) es y esto aplica en la vida de todos sin excepción alguna. 

Cosas que piensas II

Oigo los tambores resonar y a lo que sigo su paso me doy cuenta de que es el corazón más grande de la tierra.
Al cerrar los ojos se deja la mente en blanco, pienso en más y luego en menos para luego volver a pensar en más.
Miro al cielo y respiro profundamente, siento un tibio viento y aprovecho para saciar mis ganas de agradecer
Van diez y yo hasta el último seguiré con esperanzas.
Se cura, se logra sonreír y llena.
Hasta él aprendió con una corona de espinas ¿Por qué yo no podría aprender con mi problema?

jueves, 27 de marzo de 2014

Sujeto 460

Seguía en mi cuarto después de cuatro días consecutivos de trabajo, Jessy me llamó preguntándome cuál sería el siguiente paso. Ya la investigación general estaba hecha, ahora sólo nos quedaba ir a inspeccionar al sujeto y hacer un diagnóstico completo y detallado y luego de eso vendría la parte más difícil, atacar.
Ya era hora que después de cuatro días consecutivos me levantara de mi cama. Este no era un caso fácil, por lo tanto no estaba emocionado pero si estaba motivado de ver la luz del sol y respirar el aire libre que se nos limita tanto, tanto que a veces desearía dejar de ser un quirón.
Jessy volvió a llamarme, pero esta vez para ponernos de acuerdo en un punto de encuentro. Le contesté, como siempre, poniendo tres dedos frente a mi y girando la mano, en el aire apareció un holograma de la cara de Jessy e inmediatamente que ella me vio comenzamos a discutir el encuentro:
- Asegúrate de llevar contigo todo lo que hemos investigado, eso es lo primero - Dijo Jessy preocupada recordando otras oportunidades en las que no llevo nada.
- En los otros casos no hacia falta llevar la información de la investigación, además, era un riesgo, pero esta vez es demasiado delicado, por primera vez estoy de acuerdo contigo, ya guardé todo y me aseguré de que estuviera completo. - Le dije a Jessy y su cara inmediatamente cambió y fue una de las pocas veces por esas fechas que la vi sonreír.
- Bien, me gustaría que ahora me des las opciones de dónde y cuándo nos podríamos encontrar, yo opino que sea en la calle frente a el barrio chino en la noche. ¿Qué opinas?
- Jessy, ¿Estás loca? ¿En la noche? ¡Eso sería perder tiempo! ¿No ves que tenemos cuatro días encerrados en nuestras habitaciones haciendo la investigación? Ya con eso nos hemos tardado bastante pero no me quejo ya que este caso es delicado y requiere primero de que seamos cuidadosos con cada paso que demos pero ya esto de salir en la noche me parece ¡Podemos hacer demasiadas cosas si salimos ahora mismo! ¿Qué haríamos el resto del día, desde ahora que son las cuatro de la mañana hasta la noche?  No sé tú, pero yo ya estoy listo para buscar a nuestro sujeto.
- Está bien, Gary, no me pondré a pelear contigo porque sería más perdida de tiempo, así que por justicia haré lo que tú dices justo como tú hiciste lo que te pedí. En fin, ¿El barrio chino te parece bien?
- ¿Por qué un punto tan alejado? Podemos comenzar a rastrear desde mi casa.
- ¿De verdad no crees que nuestro sujeto sea chino? Me parece que todo dice que lo es.
- Jessy... Deja de sacar conclusiones de la nada, no pareces una quirón incluso teniendo años en esto. Además, de ser chino ¿Por qué tendría que vivir necesariamente en el barrio chino? Actúas como una niña.
- No tiene sentido discutir contigo, siempre que quiero hacer algo distinto a lo que tú consideras eres tú quien actúa como un niño, nos encontramos frente a tu casa.
La imagen de Jesssy desapareció bruscamente. ¿Estaba molesto? No, había algo en mi que le gustaba cuando la hacía molestar, no es que se sienta bien pero quizás había algo de ella que me gustaba en esos momentos.
Sólo tuve que levantarme de la cama ya que estaba listo desde hacía tiempo y cuando bajé las escaleras me encontré con Jessy esperándome en la puerta dentro de la casa. Ella como siempre, vestida de negro y yo como siempre, andaba de blanco. ¿Simbología? ¿Casualidad? No, solo eramos quirones opuestos quienes resolvían los peores de los casos, siempre con éxito.
- Algún día aprenderás lo que son los buenos modales. - Le dije a Jessy para mi gusto ya que había entrado a la casa aprovechándose de sus poderes de quirón y sin antes tocar. Jessy sólo sonrió, lo cual me irrito un poco. - Bueno, deberíamos salir ya.
Jessy se apartó de la puerta y la abrió ella misma, salimos y al estar en frente de la casa los dos sacamos el rastreador sin pensarlo ni discutirlo. Era increíble que una cosa tan maravillosa me cupiera en una sola mano y con todos los años de tecnología esto todavía me sorprende. ¿Quién diría que algo que parece un protector de pantalla de un celular sería tan útil?.
Los dos activamos el rastreador al tocarlo, lo primero que aparecía era el mapa de la ciudad y dos puntos azules, esos eramos Jessy y yo.
- Gary ¿Cuál era el número del sujeto que habíamos concluido en la investigación? - Me preguntó Jessy, linda, como si no hubiese pasado nada.
- El número era 460, tenemos que recordar que de esto no estamos totalmente seguros pero era el único número posible...
- ¿Así que crees que sería lo mejor empezar a rastrear con ese número?
- Así es.
- Pienso igual que tú, vamos.
Registramos el número 460 para ser rastreado, y el mapa se tardó una cantidad de tiempo especial que nos dio inseguridad y dudas ya que nunca había pasado esto antes.
- ¿Crees que el sujeto se esté muriendo? - Dijo Jessy.
- ¿Y por eso no apareció en el primer momento en el mapa? No lo creo, no hay razón para asignarnos un caso de un sujeto que ya no tiene salvación pero debido a lo extraño que fue esto, no lo descartaré.
- Bien, yo tampoco lo haré, fue demasiado extraño como para no tomarle importancia a algo así. El sujeto apareció cerca de un hospital. ¿En nuestra investigación aparecía que estaba enfermo?
- No, - Dije leyendo los datos de la investigación - dice que tiene una profesión delicada y difícil en la cual el se ha destacado con excelencia y que aun así eso no puede resolver sus problemas.
- Bueno, eso ya lo dijo todo, profesión delicada y está cerca del hospital, es un médico, deberías anotarlo en los datos.
- Así es, casi se me olvida anotarlo, gracias, Jessy - Jessy me miró extrañada, supongo que le extrañaba que fuera amable con ella y ahora era su cara de duda lo que me gustaba, es gracioso cuando su cara pequeña hace esos gestos con sus mechones de cabello castaño cayendo sobre su frente -. Ahora, tenemos que ir para allá, prepara tus piernas.
- ¿Piernas? ¿En qué mundo vives? Yo...
- Jessy, yo sé que tú prefieres lo cómodo y siempre te aprovechas de los poderes de quirón para tener lo que quieres y sé que así hagas el truco más grande ninguna persona común lo podrá ver, pero ahora es un riesgo porque no sabemos que otras personas estén en la calle que nos puedan poner en un gran lío... ¿Jessy? - Estaba mirando hacía la calle pero cuando volteé para ver a Jessy a los ojos ella ya no estaba. Volví a dar una vuelta sobre mi mismo y vi una camioneta negra acercándose hacia mi.
- ¡Oiga, casi me atropella, tenga cuidado! - Le dije al conductor.
En ese momento alguien se bajó de la camioneta y para mi sorpresa era Jessy.
- Eso te podrá si vuelves a interrumpirme cuando hablo, amigo. - Dijo Jessy mientras cerraba la puerta y se apoyó en la camioneta, sonriéndome.
- Bueno, bueno, ya. Muy buena idea, ahora déjame manejar.
- Por supuesto, escogiste lo correcto ya que quiero estar cómoda.
Nos montamos en la camioneta, yo iba de piloto y Jessy de copiloto. Nos dirigíamos al hospital, velocidad normal, hora: seis de la mañana. La ciudad se veía normal, muchas personas yendo a sus trabajos pero curiosamente no vimos ni un médico en la calle.
- ¿Generalmente no van en autos? - Preguntó Jessy.
- No lo sé, he visto médicos otros días pero es una casualidad que hoy no vea ni uno.
- No existe la casualidad, primera regla de quirones.
- Se mi amiga por una vez y no te aferres tanto al papel de compañera de trabajo. - Al notar el silencio de Jessy volteé y ella estaba sonrojada, muy sonrojada, así que ignoré el momento. - ¿Ya estamos cerca, no?
- Sí, es un poco más adelante.
Llegamos. Era un hospital grande así que iba a ser un trabajo difícil si en el rastreador no estaba registrado el mapa del hospital.
- El rastreador dice que estamos parados en el mismo punto así que veré si el hospital está registrado aquí. - Dijo Jessy, leyendo mi mente. - Hospital Kane, aquí está.
Mi corazón y mi mente dieron un brinco de alivio cuando Jessy dijo eso, todo sería más fácil de lo que pensábamos.
- Ya, el número 460 está en el estacionamiento del hospital. - Dijo Jessy.
- Justo para allá vamos, que buena suerte que lo que será nuestra primera parada será donde está nuestro sujeto.
Entramos al estacionamiento y lo primero que hicimos antes de buscar al sujeto fue buscar un puesto para la camioneta, lo encontramos, estacionamos y nos bajamos de ella. Ahora lo que seguía era caminar hacia donde estaba el punto rojo, que era el sujeto 460, en el rastreador. Por suerte, mucha suerte, nos dimos cuenta de que el rastreador indicaba que el punto rojo estaba delante de nosotros y justo en ese momento, un hombre con bata de médico se bajó de su auto. Jessy no dudó, corrió hacia él,  quien grito y no sabía que hacer, y le aplico el sedante tocando su hombro.
- Bien, Jessy, ya está claro que este sujeto es el número 460. ¿Dónde atacamos?
- En su carro hay muy poco espacio, hagamoslo en la camioneta, ábreme la puerta.
- Jessy, mejor dicho, tú ábreme la puerta - Dije quitándole al médico de lo brazos. - Podré ser todo lo antipático que tú quieras pero sigo siendo un caballero.
Jessy se volvió a sonrojar, no entendía que le pasaba, ella no era así,  en fin, acostamos al médico en los asientos traseros de la camioneta.
- Gary, hazme un favor, déjame encargarme esta vez. - Me dijo Jessy mostrándome sus filos, aquellas pequeñas llamas de fuego azul sobre sus dedos.
- Bien.
Jessy colocó sus dedos muy delicadamente sobre la frente del médico y después de unos segundos empezó a salir poco a poco un humo negro, así es como salen los demonios siempre, pensábamos que este caso al final de todo sería muy parecido a los otros por lo que presenciábamos, hasta que el humo se tornó rojo.
- ¡Gary! - Gritaba Jessy - ¡Aquí está, aquí está lo que concluimos en su información!
- No sé de lo que estás hablando
- ¡Por amor a tu madre, claro que sabes! El infierno dentro del sujeto, las siete estrellas de la maldad y aun peor: ¡Una congelación!
Estaba totalmente anonadado, no sabía como reaccionar, así que sólo saqué el envase para guardarlos.
- ¡Gary! ¡Estos no son demonios para guardarlos, mucho menos estos, tengo que atacarlos yo y no tengo la suficiente fuerza, gary, necesito que me ayudes!
Jessy admitiendo que no es tan fuerte y gritando suplicándome por ayuda ¿En qué planeta estoy? Fue lo primero que pensé, pero siendo realistas, yo tampoco me sentía lo suficiente fuerte para atacar demonios así en ese momento,  pero Jessy tenía razón: Si las dos fuerzas contrarias nos unimos, podríamos lograr hacer el ataque tan fuerte como sea necesario para atacar todos los demonios.
Y así fue, Jessy y yo nos tomamos de las manos, Jessy curiosamente sonrojada y yo, solo confundido y con nuestras otras manos unimos nuestros filos y pusimos las palmas completas sobre la frente del médico y cantamos una y otra vez la invocación del filos de fuego rojo para acabar con ellos por fin, pero me di cuenta de que Jessy estaba a punto de llorar, lo que significaba que un demonio estaba entrando en ella, nunca había pasado antes así que hice lo primero que se me ocurrió para que ella pudiera despertar: La besé... Efectivamente, la sorpresa de Jessy, además de su fuerza interna, hizo que el demonio se fuera espantado de su cuerpo. Jessy me miró e hizo como si nada hubiese pasado y siguió cantando mientras que yo la seguí. Increíblemente el humo fue desapareciendo poco a poco, sabía que no era yo, yo sentí en mis manos que estaba aportando muy poco, no sé porque estaba tan débil pero Jessy estaba increíblemente fuerte, me equivoqué al pensar que ella no era tan fuerte y ella también se equivocó al decir que no era suficiente.
Desapareció, el humo desapareció, las estrellas también y la congelación no dejo ni un rastro.
- Jessy, estoy impresionado - Dije.
- Yo también...
- Te admiro.
Jessy no dijo nada, solo se quedó sonrojada.
- ¿Le dejamos el comunicado? - Pregunté.
- Sí, pero primero dejemoslo en su auto
Cargué al  médico hasta sentarlo en el asiento del piloto de su auto para que nada sea extraño, o bueno, tan extraño para él. En la investigación no decía nada sobre si era una persona impresionable así que era mejor prevenir.
- Aquí está el comunicado - Dijo Jessy.
- Bien.
Lo leí de nuevo, sí, de nuevo, nunca me cansaré de leer ese comunicado porque me recuerda a uno de los mejores momentos de mi vida:

SOCIEDAD DE QUIRÓN

Este es un comunicado para informarle que usted a sido seleccionado por los líderes de lo emocional para ser un nuevo quirón,
Los quirones son guardianes de las personas con problemas emocionales muy grandes, los cuales en realidad son demonios para sus vidas. Los quirones atacan a estos demonios haciendo a las personas cada vez más puras. Para ser un quirón se requiere ser puro de alma y tener las intenciones de curar. Somos conocidos también como médicos del alma. 

Si usted recibe este comunicado es porque usted ha sido atendido por uno o varios quirones y sus demonios han sido atacados, por lo tanto es puro de alma lo que hace que usted tenga los poderes necesarios. 

Bienvenido, por favor responda a este mensaje poniendo un cabello suyo en la hoja de su respuesta, así nos podremos encontrar y le asignaremos una labor que amará.

Atentamente,
Sociedad de quirón.

Dejé el comunicado encima de su tablero y cerré la puerta del auto con la ventana  abajo ya que faltaba muy poco para que se recuperara de la anestesia y fui a hablar con Jessy.
- Excelente trabajo. - Le dije.
- No, no, tenías razón con lo de la noche, ya de seguro no encontraríamos al sujeto si todo hubiese sido como yo quería.
- Aun estuviésemos corriendo si no fuese por tu idea de la camioneta y ya nos habrían invadido los demonios si no fuese por tu fuerza.
- ¿Necesitas dinero? El sabio Gary siendo amable con la chica tonta.
- ¿Tonta?
Tome a Jessy de las manos y le di un beso, esta vez sin excusas, de repente mi corazón se dio cuenta de lo que en realidad quería. Miré a Jessy a los ojos y le volví a decir:
- Excelente trabajo.
- Gracias. - Dijo Jessy sonriendo y a continuación me dio un fuerte abrazo.
¿Quién lo diría? El peor de los casos me trajo mi mayor felicidad.